La Cumbrecita
Pueblo peatonal, en contacto íntimo con la naturaleza
El 9 de julio de 1996 una ordenanza restringe el ingreso de vehículos al pueblo y transforma a esta pintoresca localidad en un tesoro fielmente guardado entre las sierras y en una experiencia turística única. De manera ordenada, un predio que oficia de entrada, custodia los tantos rodados que trajeron visitantes. Desde allí, cuesta arriba, se descubren sus casas y hosterías típicamente europeas con hermosos toques coloridos de flores en canteros de madera.
La villa recibe durante todo el año a turistas que se alojan en sus más de 400 plazas hoteleras y a los que llegan a conocer este lugar de ensueño por unas pocas horas. Por su proximidad, es la visita obligada de los moradores de Villa General Belgrano. Se acercan a través del camino que pasa por Atos Pampa o el que va por Los Reartes.
La conciencia ecológica está muy arraigada en la región y no es para menos: esta área ambiental protegida alberga variadas especies que pueden descubrirse en los muchos paseos. Las coníferas, cedros, pinos, abetos, cipreses, tres tipos de robles, fresnos, abedules sauces y castaños pintan de amarillos, rojos y verdes a las sierras. Hierbas y frutas salvajes perfuman el viento. Se puede disfrutar del vuelo de zorzales, benteveos, carpinteros, búhos, picaflores, pechos colorados, cotorras y horneros o sorprenderse con huidizos cuises, ardillas, zorrinos y hurones.
Los pioneros de lugar, el Dr. Helmut Cabjolsky y su familia, vivieron inicialmente en carpas hasta que se construyó la primera casa, hoy convertida en el Hotel La Cumbrecita. Corría el año 1934 y unas 503 hectáreas nacían como uno de los lugares más lindos de Córdoba. La explotación turística propiamente dicha se inició en 1938 en una hostería con 14 camas propiedad del Sr. Reinaldo Schefski. Hoy son 5 los hoteles, 4 los hospedajes y más de 14 complejos de cabañas que brindan los servicios en el lugar.
Circuitos cortos y largos (más de tres horas) se organizan para disfrutar de la villa. Quien recorra La Cumbrecita no puede dejar de visitar sus imponentes cascadas, llegar hasta el punto panorámico El Indio, refrescarse en las cristalinas aguas de los lagos La Olla, de las Truchas, de la Gruta, ascender a los cerros Wank (1715 metros) y La Cumbrecita (1500 metros) y llegarse hasta la escuela, la capilla, el castillo y el museo.
La comuna de La Cumbrecita tramita el permiso para pescadores y entrega una bolsa para que los residuos sean arrojados en los cestos destinados para tal fin. Se fomenta la actividad artesanal y múltiples artistas dan forma a pequeñas obras de arte realizadas, en su mayoría, con productos naturales.
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